Pensando en el futuro: así podría definirse la esencia de la viticultura regenerativa, el conjunto de prácticas que sirven para dar vitalidad al suelo, recuperar la selva y el bosque nativo y frenar el monocultivo de la vid, y que cada vez son más argentinos Bodegas empiezan a aplicar y visibilizar.
Viticultura regenerativa: el futuro ha llegado
“Para nosotros, la regeneración del suelo no solo implica cuidar el medio ambiente, sino también mejorar el lugar donde estamos trabajando. Implica un papel mucho más protagónico y proactivo. No solo preservando lo que tenemos, sino buscando potenciarlo y así poder tener más vida y un ecosistema más complejo y diverso”, explica Franco Bastías, líder del área agronómica de Domaine Bousquet, la primera bodega de Argentina en cuentan con la certificación ROC, otorgada por Regenerative Organic Alliance (ROA), cuyo lema es “Cultiva como si el mundo dependiera de ello”.
Durante los primeros días de mayo de 2023, el país sumó su segunda bodega certificada ROC. Se trata de Terrazas de los Andes, que obtuvo la garantía en 87 de las aproximadamente 500 hectáreas que tiene en sus 10 fincas.
La acción se enmarcó dentro de su programa “Guardianes de la Vida en la Montaña”, donde aplican viticultura regenerativa y prácticas como la conservación del agua, apoyo a la biodiversidad, reducción de la huella de carbono, además de tareas sociales de educación, apoyo a la comunidad y seguridad para sus empleados.
“La viticultura regenerativa es mucho más que ser orgánica, se le suman acciones desde lo social y la sustentabilidad. No es un trabajo que hagamos solos, participan 33 investigadores de diferentes instituciones, porque lo importante es compartir los resultados. La certificación ROC nos ayuda a dar visibilidad a lo que venimos haciendo desde hace mucho tiempo”, dice Daniela Mezzatesta, líder de investigación, desarrollo y sustentabilidad en viñedos Terrazas de los Andes.
De la filosofía a la acción
Aunque suene a práctica filosófica, la viticultura regenerativa se ve hoy en las bodegas del país con acciones puntuales. Rosario Toso, jefa de Viñedos Cheval des Andes, detalla cómo se aplica de manera integral en sus dos fincas, a partir de los tres pilares de esta práctica. En primer lugar, se abandonó la labranza continua del suelo con cubiertas vegetales entre hileras. En segundo lugar, los árboles se utilizan como “herramientas de producción” (agroforestería), con más de 1.000 ejemplares seleccionados entre frutales y forestales, autóctonos y silvestres.
El tercer punto es alejarse del monocultivo de viñedos, devolviendo la diversidad al paisaje a través de “policultivos” con jardines, huertas, “bosquets” (pequeños bosques), a través de la siembra de especies nativas y floríferas que, a su vez, puedan ser aprovechadas. por abejas de las 10 colmenas que tienen y producen su propia miel.
En el caso de Bodega Casarena, la aplicación de la viticultura regenerativa se dio sin siquiera llamarla así. “Cuando empezamos a trabajar en los viñedos de otra manera, no le pusimos ese nombre, sino que analizamos diferentes variables, cómo estábamos trabajando y cómo queríamos vernos en el futuro”, resume Pablo Ceverino, gerente de Viñedos. .
El ejemplo es su viñedo Naoki, plantado en Agrelo, donde cuentan con la certificación de sustentabilidad de Bodegas de Argentina (BdA). “Son 18,5 hectáreas que están rodeadas de bosque nativo virgen, en una especie de ‘reserva natural’”.
Con 160 hectáreas de campo para plantar, la búsqueda en Casarena está enfocada a la instalación de nuevos viñedos, sin alterar el equilibrio del ecosistema. “En lugar de romper toda la tierra, la centralizamos con huecos de plantación de la vid y dejando todas las plantas que ya estaban allí, como coirones, diferentes tipos de jarilla o zampas”, explica Ceverino.
resultados visibles
Las prácticas de viticultura regenerativa modifican la composición del suelo e influyen directamente en el vino. “El resultado es muy interesante. Las plantas crecen ordenadamente entre toda la vegetación y en las microvinificaciones los aromas de fermentación recuerdan a la vegetación que rodea el viñedo. El vino tiene una intensidad herbal importante y son muy diferentes”, destaca Pablo Ceverino.
Daniela Mezzatesta agrega: “Tiene una influencia muy importante en el vino en el aspecto sensorial, especialmente en la parte aromática y visual, con colores más intensos. También tiene un impacto en los viñedos, especialmente los que queremos tener en el futuro.”
Para Franco Bastías, el resultado de aplicar estas técnicas ha dado como resultado vinos más transparentes. “Notamos un producto mucho más franco, honesto con el terroir, porque esta es una forma de producción más pura”.
Rosario Toso aclara que en Cheval des Andes no aplican estas prácticas para cambiar sus vinos, sino para preservar el sabor y el terroir. “Todas estas prácticas seguramente repercutirán en el sabor del vino, creo que de manera positiva, y que cada vez resaltarán y expresarán las características del lugar que tenemos. Cada elemento que se encuentra en la biodiversidad de nuestras fincas tiene un impacto en la uva y, por tanto, en el vino”.
Una respuesta al cambio climático
Con mucho que aprender en la materia, la experiencia con la viticultura regenerativa ha tenido un impacto favorable ante el avance del cambio climático. “Es un asunto serio. Todo lo que hacemos en el suelo genera viñedos más fuertes, con equilibrio propio y más resistentes a cambios sobre los que no tenemos control, como la temperatura”, argumenta Bastías.
“Notamos que la mayor interacción entre los componentes del suelo se transformaba en un abono natural que da más vida y la planta puede absorber todos esos nutrientes. Así, hay años en los que no usamos fertilizantes. Además, como el suelo está más cubierto, hay una mayor protección contra el cambio climático”, añade sobre su experiencia en Domaine Bousquet.