El 25 de enero de 1905, Frederick Wells, que trabajaba como gerente de superficie para Premier Diamond Mining Company (una excavación minera cerca de Pretoria, Sudáfrica), ubicado en una colonia bóer que fue tomada por los británicos después de la Segunda Guerra Mundial, encontró el diamante más grande de la historia, que recibió el nombre de Cullinan o South Star.
Esta piedra preciosa, dos años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, intentó ser ofrecida al rey británico Eduardo VII, a petición del general Louis Botha, quien, a su vez, solicitó al Parlamento de su nación que autorizara al Gobierno de Pretoria a Sudáfrica, para adquirir el diamante por £150,000. Aunque la Corona inglesa inicialmente rechazó el regalo, Winston Churchill, entonces Viceministro Colonial, dijo que era mejor dejar de lado los sentimientos y aceptar el regalo.
Tras la muerte de la reina Isabel II, activistas y distintos sectores de Sudáfrica Calificaron de ilegítima la adquisición de las joyas por parte del Reino Unido, con lo que exigieron la repatriación de los Cullinan, en territorio sudafricano denominado: Gran Estrella de África. “Los minerales de nuestro país y de otros países continúan beneficiando a Gran Bretaña a expensas de nuestra gente. El diamante Cullinan debe ser devuelto a Sudáfrica con efecto inmediato”dijo el activista Thanduxolo Sabelo.
Por tu parte, Leigh-Ann…