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¿Me podrás envolver la comida que sobró para llevar? Todos tenemos derecho a las doggy bag para comer en casa

¿Puedes envolver mis sobras de comida para llevar? La pregunta ya no genera (tanta) timidez como hace un par de años. Cada vez son más los comensales que se animan a pedir sobras y en consecuencia, los restaurantes incorporan cajas y embalajes especiales para llevarse las sobras a casa. Una tendencia que se consolida en pizzerías, cantinas, bares e incluso restaurantes de autor. El hábito promueve el desperdicio cero -o al menos reduce el desperdicio- y fortalece la relación entre el público y el establecimiento. En cartón, bolsas de papel reciclable e incluso servilletas y cubiertos desechables, muchos locales gastronómicos entienden la iniciativa como una pata más del servicio.

Pizzerías, parrilladas, taquerías… Ninguna categoría queda fuera de esta modalidad que en otros países, especialmente en Estados Unidos, es un hábito cotidiano conocido como “doggy bag”, aunque quien disfruta de las sobras no es, precisamente, el perro.

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Entre los que se suman a la escena está Sale e Pepe, un restaurante de pizzas, salteados, empanadas y tartas de Echeverría al 1400, el corazón del barrio de Belgrano. “El 60% de las personas pide sobras, fomentamos esta práctica guardándoles la pregunta. Los invitamos directamente a que se lleven lo que no consumieron pero sí pagaron”, dice Martín Santcovsky, encargado de la comida artesanal local donde los restos se disponen en los mismos envases que utilizan para el servicio a domicilio. Lo mismo sucede en las tiendas Koi cuando sobran dumplings, baños o el amén no se toca. En Villa Crespo, Villa Urquiza y Palermo, la comida asiática en el plato vuelve a casa: “Tratamos de evitar el despilfarro, por eso animamos a que todos se lleven lo que pidieron y no terminaron”, destaca Juan Manuel López.

Aunque es difícil tener suficiente sushi, porque los bocados son pequeños y variados, en Nemuri notan que los comensales ya no tienen reparos en pedir sus cajitas. “Si sobran más de 10 piezas, las envolvemos en los packs premium que utilizamos para el servicio de delivery”, dice Jhonny Idarraga, chef de sushi, y estima que la modalidad llega al 40% de la sala.

Para Yanela Barrionuevo, gerente general de BLA Food Group, la tendencia también revela un cambio de hábito: “Ofrecemos el servicio antes de que surja la duda, la idea es generar comodidad y empatía. Notamos que la gente sale muy contenta con su cajita “, dice sobre las porciones de margaritas, caprese y provolone, las especialidades hechas con harina orgánica. “Pedimos más porque llegamos con hambre, pero sobró un poco de cada uno”. En el grupo de amigos de Pilates y compañeros, fue José Paz (34 años, dos hijos), quien consultó por esta opción.“La comida la tengo resuelta para el almuerzo de mañana, o el desayuno”, dijo satisfecha mientras disponía la “comida feliz” en el Támesis. tienda al 1600.

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Otra práctica, más tecnológica, para promover el desperdicio cero es la aplicación Winim, donde puedes conseguir comida de restaurante a un precio más bajo. “Ayudamos a las empresas a vender su excedente alimentario diario. De esta forma cuidamos el medio ambiente”, dicen los desarrolladores sobre esta aplicación que conecta los almuerzos y cenas que quedan por vender o donar con los usuarios que encuentran la oportunidad de comer rico ya mitad de precio. inspirado en el concepto ganar ganar (todos ganan) y en aplicaciones similares en Europa, la app también promueve el cuidado y conservación de los alimentos a través de tips.

“En Argentina se tiran 16 millones de toneladas de alimentos en perfecto estado al año. Esto genera la misma cantidad de gases de efecto invernadero que todos los autos de la ciudad de Buenos Aires juntos”, destaca Santiago Guglielmetti. El cofundador de la startup Winim, asegura que en dos años han “ahorrado 550.000 kilos de comida, entre los casi 630 restaurantes afiliados. Hacia fin de año sumaremos Córdoba y el próximo año tres provincias más”, anuncia.

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Francia llevaba tiempo estudiando una medida para mitigar el impacto de los residuos, estimado en 29 kilos por persona. Desde el año pasado rige una ley aprobada por la Asamblea Nacional que impide que los supermercados tiren alimentos a la basura y obliga a los restaurantes con más de 150 cubiertas a reciclar y separar sus residuos. Pero la obligación se convirtió en recomendación: quien quiera llevarse las sobras a casa tendrá derecho a solicitarlas y recibirlas en recipientes aptos y reutilizables. Así surgió Take Away, un emprendimiento de tres estudiantes que lanzaron empaques personalizados para contribuir al proceso.

Cuidar el planeta, el bolsillo y el presupuesto requiere ingenio, predisposición y buena comunicación. Un combo que cada vez gana más adeptos y que viene en caja para llevar.

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