La mayor farsa de la política argentina cobra relevancia hoy, cuando el conflicto de poderes ha llegado a un punto de no retorno, con la Corte Suprema de un lado del “crack” y el presidente Alberto Fernández del otro, sobre un tema que tiene que ver oficina de impuestos federales, y que concierne centralmente a la ciudad de Buenos Aires, gobernada por Horacio Larreta, ya la provincia del mismo nombre, administrada por Axel Kicillof.
El golpe (para el pueblo argentino) tiene 28 años y tiene que ver precisamente con la coparticipación federal, o para ser más directos, el sistema por el cual el dinero recaudado de los impuestos nacionales se distribuye, a cada uno de los gobiernos provinciales, desde el estado central.
En 1994, cuando se reunió la Asamblea Constituyente y redactó el texto de reforma de la Constitución, se incluyó un capítulo con disposiciones “transitorias”. En este capítulo se incluye la cláusula sexta, la cual expresa, entre otras consideraciones, que “antes de que finalice 1996 se establecerá un régimen de coparticipación (…)”.
Pero el punto, que sigue apareciendo en el texto constitucional y cualquiera puede consultar, nunca se hizo realidad🇧🇷 La desobediencia a la disposición de los constituyentes también puede explicarse por con el mismo argumento de que el kirchnerismo no cumple con la resolución del STF para restituir un porcentaje eliminado del copago recibido por la Ciudad de Buenos Aires: “cumplimiento imposible”.
A pesar de la desigualdad manifiesta del actual sistema de reparto de rentas (ya observada en la reforma de 1994), la política puesta en funciones de gestión ha escapado hasta ahora a la resolución del problema: todos dicen que hay que abordar el tema, cambiarlo, pero no uno hace; y este verdadero fraude de la voluntad popular expresado en la trascendental asamblea de 1994 sigue y sigue…
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