Está lloviendo a cántaros en la isla de Florianópolis cuando llegamos a la Bar do Arante, en Pantano do Sul. Un día difícil para los cientos de miles de papeles que cuelgan de las paredes, techos y marcos de las puertas de este restaurante de playa que es un hito ineludible en la isla de Santa Catarina. Y lo que queda es el litoral de este estado del sur de Brasil que tanto atrae a argentinos, así como a europeos, norteamericanos e incluso asiáticos, según los escritos. Porque en este bar, la tradición es dejar un mensaje escrito para la gloria de este punto de encuentro que en 1958 fundaron Arante José Monteiroquien falleció en 2012, y su esposa Osmarina.
Para gestionar el restaurante y recibir a los comensales son Arante (hijo) con Magru, su mujer, y Amarildo Monteiro, su hermano, junto a Eunice, su esposa. Entre los cuatro se intercalan los días laborables para estar disponibles todos los días. “Mi padre era pescador y fundó este bar después de casarse con mi madre. Pântano do Sul estaba lejos de todo. No había teléfono ni nada. En los años 70, muchos universitarios de Porto Alegre venían a acampar aquí.”, dice Arante Jr. mientras trae a la mesa una generosa ración de calamares. Afable y divertido por nuestra visita, recuerda una de las entrevistas que le hizo LUGARES, en 2008, plasmada en un recorte de revista enmarcado y colgado en la pared.
Bar do Arante está ocupado todo el día. Vídeo: Sofía López Mañán.
“Los papelitos aparecían para que los amigos o amantes supieran dónde estaban. ‘Estamos en tal playa’ o ‘fuimos para tal lado’”, comenta Arante cuando un mesero le ofrece un trago de Cachaça do Arante. Entonces la dueña del restaurante dice que ella es la bebida de la casa, que es el único que -“hasta el día de hoy”- se elabora en la isla. Y eso sirvió para suavizar la mano poética de los visitantes que perpetúan la tradición de escribir y pegar papelitos en las paredes.
Entre ostras gratinadas, tortas y bolinhos de siri (cangrejo), la charla con Arante gira en torno al origen lejano de muchos de los visitantes que acuden al bar. Dice que está sorprendido por los irlandeses y los australianos, por ejemplo. Mientras caminamos por el lugar y nos detenemos a leer pequeños letreros y encontramos algunos de Munich, otros de La Boca, varios de Rio de Janeiro, Barcelona o Londres e incluso Filipinas.
Algunas hojas de papel están más arrugadas y mohosas que otras, algunas son de hace cinco años, otras de hace seis años y la mayoría de los últimos meses. Luego Arante me habla de la política de conservación que aplican. Dice que solo se tiran los que se han mojado (que, por el clima y la rusticidad de la construcción de madera, son muchos). Los que caen, en cambio, se salvan. “Mi padre tenía más papeles que dinero”ríe mientras los turistas siguen llegando al bar y, entre cachaza y cachaza, realizan la ceremonia de pedir papel, bolígrafo y cinta adhesiva para escribir un nombre, un lugar de origen, una fecha o un deseo que contribuir a la magia de esta barra de papel.
Bar do Arante. Rústico pero muy agradable, cumple con creces con lo que uno busca al pedir una ración de marisco: que sea grande y fresca. Destacan los bolinhos de sirí y la torta de camarones con queso. Está dirigido por los hijos de los propietarios fundadores con sus esposas. Por eso están abiertos todos los días del año, de 11:30 a 16:00 horas. Abelardo Otacilio Gomes, 254, Pântano do Sul. T: +55 (48) 3237-7022. IG: @restaurante.arante