Para los pobres no hay justicia. Los ricos tienen garantizada la impunidad. Los medios fomentan el clasismo y la discriminación. Si los asesinos fueran pobres, se restablecería la pena de muerte. Como no lo son, hay que tenerles compasión porque “la culpa es del patriarcado”. No tenían intención de matar. Ellos también son víctimas. O no. Merecen, al menos, cadena perpetua.. Son “monstruos”.
El juicio por el asesinato de un joven ha agudizado un debate social en Argentina que acapara conversaciones públicas y privadas que intentan desentrañar los móviles del crimen y anticipar sentencias.
La historia que hoy concentra la atención mediática comenzó en la madrugada del 18 de enero de 2020, cuando Ocho jóvenes mataron a puñetazos y patadas a Fernando Báez Sosa, de 18 añosa la salida de una discoteca del balneario argentino de Villa Gesell, ubicado en la costa atlántica, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires.
El caso causó revuelo no solo por la saña de los asesinos y su posterior indiferencia ante los hechos, sino también porque el crimen fue grabado en vivo a través de celulares y cámaras de seguridad. Las imágenes circularon de inmediato en las redes sociales.
es, quizás, cuyo asesinato hay mayor registro audiovisual en el país.
Desde un principio, el crimen tuvo un componente de clase, ya que los ocho imputados, que en ese momento tenían entre 18 y 20 años, practicaban rugby, un deporte asociado a familias de alto poder adquisitivo y marcado por prácticas violentas que desbordan el campo. de juego
La víctima, por el contrario, era un adolescente humilde, estudiante de derecho, hijo de una pareja de inmigrantes paraguayos. El padre es portero de un edificio y la madre cuida a los ancianos. Fernando era su único hijo.
🧵 HILO | A pedido de varios y también por iniciativa propia, voy a resumir y detallar el minuto a minuto del juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa, que nos afectó a todos en mayor o menor medida. Por eso estamos tan pendientes exigiendo #JusticiaParaFernando. pic.twitter.com/WnlrKExBRT
— Lucas Ajuria ⭐️⭐️⭐️ (@lucasajuriaok) 10 de enero de 2023
La filmación y las charlas que intercambiaron los perpetradores demostraron que No tuvieron remordimiento por la muerte de Báez Sosa. Planearon qué decir, cómo manipular la evidencia. Se cambiaron de ropa y algunos de ellos incluso fueron a comprar una hamburguesa después. Como si nada hubiera pasado.
Para colmo, cuando los policías los interrogaron, afirmaron que el responsable del crimen era Pablo Ventura, un atleta de remo que vivía en Zárate, el mismo pueblo que ellos.
Así era Fernando Sosa, míralo, no mires una foto inerte, cantaba, bailaba, disfrutaba de su madre. Atrévete a decir ahora que no quieres cadena perpetua para los asesinos para que no se pudran en la cárcel por ser jóvenes. Háblame de los padres que no pidieron PERDÓN pic.twitter.com/kp6JnTU6wt
— ᴋ ᴀ ʀ ɪ ɴ ᴀ✒ (@popopore_po) 2 de enero de 2023
Fue una mentira. Ventura ni siquiera estuvo en Villa Gesell. Pero tuvo que pasar varios días en prisión señalado como el principal culpable.
La causa judicial avanzó y, tres años después, por fin se inició un juicio que, en realidad, se ha convertido en una especie de ‘reality show’.
mediatización
Matías Franco Benicelli, Blas Cinalli, Enzo Tomás Comelli, Máximo Pablo Thomsen, Ayrton Michael Viollaz, los hermanos Ciro y Luciano Pertossi y su primo, Lucas Pertossi, se encuentran detenidos desde enero de 2020, imputados por los delitos de “homicidio doblemente agravado con alevosía”. y por la competencia premeditada de dos o más personas” y “lesiones leves”.
El juicio en su contra comenzó el 2 de enero en los juzgados de Dolores, ubicados en la provincia de Buenos Aires, y en medio de fuertes expectativas por la incertidumbre sobre la sentencia que se dará a conocer a fin de mes.
Una de las muchas simplificaciones que rodean el caso es si Los “ricos” serán condenados por matar a “un pobre”. Si habrá justicia o si el dinero, como suele ocurrir, garantizará la impunidad.
Mientras tanto, las audiencias se cubren en vivo, minuto a minuto. Las noticias y las portadas de los medios de comunicación se llenan de todo tipo de declaraciones y detalles sobre la víctima, los victimarios y sus familias. La información y las especulaciones en las redes sociales abundan.
Se analiza todo: el orden en que se sentaron los imputados, por qué se cubrieron o no el rostro con mascarillas, sus cortes de cabello, la ropa que usan en el juicio, sus movimientos, sus expresiones faciales; las declaraciones de los testigos, la pericia.
Dice especialista en neurohabla que los acusados de matar a Fernando Báez Sosa han sido asesorados por las miradas y los barbijos. Creo que los colores no son casuales: los pasteles transmiten “inocencia”, el marrón/beige transmite calma, estructura, “honestidad”, “familia” pic.twitter.com/34EnG3nBeO
— Agustina (@sosagustina) 4 de enero de 2023
La opinión pública está dividida.
posiciones
Algunos exigen que los procesados sean condenados a cadena perpetua en prisiones comunes, sin reducción de pena y sin ningún tipo de privilegio. Entre otros muchos insultos, se les considera “psicópatas” porque -es cierto- no han mostrado ningún tipo de remordimiento.
Otros piden empatía con ellos, aseguran que fue una pelea que “se les fue de las manos”, que no tenían intención de matar a Báez Sosa, que son víctimas de la cultura patriarcal que exige que los hombres sean “violentos”. . Que, de alguna manera, “representan” a la sociedad argentina.
Los mensajes de odio prevalecen. La decisión judicial no importa. La sentencia, el linchamiento virtual es un hecho. Basta que alguien los defienda o no se adhiera a los discursos punitivos, para que estalle el repudio.
El asesinato de Fernando Báez Sosa fue un crimen de odio de clase, aporofóbico y pestilente. Argentina ya está demostrando que socialmente la sentencia ya está dada. Está por ver qué tan cerca o lejos está la Justicia argentina de su mayoría social. pic.twitter.com/9IGtiw78Zj
—Henrique Ferreira (@EnriqueConH) 5 de enero de 2023
Le pasó, por ejemplo, a la abogada Claudia Cesaroni. “Un crimen, especialmente cometido por varias personas contra una, es una acción brutal por parte de quienes lo cometen. Una vez que sucede, desencadenar una carnicería mediática y legal sobre los perpetradores, especialmente si son jóvenes, es brutal y repugnante. No uno merece una pena de 50 años”, advirtió cuando comenzó el juicio.
En respuesta, recibió insultos y amenazas de muerte contra ella y su familia.
El tratamiento de los medios también es objeto de debate. El consenso es que si ocho jóvenes de barrios pobres hubieran asesinado a un joven rico, la prensa estaría promoviendo no la cadena perpetua, sino directamente la rebaja de la edad penal y la pena de muerte. Ya ha pasado tantas veces.
Prueba de la benevolencia con que algunos medios tratan a los acaudalados acusados de un delito la dio una nota que resumía con rasgos positivos el perfil de uno de los principales imputados que, afirmó, tenía “el sueño de ser kinesiólogo” y un “pasión por las novelas épicas”.
De inmediato recibieron masivas acusaciones de querer “lavar” la imagen de “los asesinos”, de haber sido sobornados por sus familias.
Otro periodista causó polémica al asegurar que matar y ser procesado es algo que le puede pasar al hijo de cualquiera y por eso, en este caso, no se deben pedir las mismas sentencias que recibió el difunto dictador Jorge Rafael Videla o el narcotraficante Pablo Escobar. . .
Los comentaristas de las redes sociales fueron implacables con la comparación.
Las polémicas se repiten a diario, a la espera del final de uno de los juicios más mediáticos de la historia argentina y para el que ya se preparan libros, películas y series de televisión.
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