Una localidad situada en la provincia española de A Coruña hace gala de su nombre en la acogida de refugiados ucranianos. Se llama Miel.
Olga Strelnyk llegó aquí en un viaje de negocios cinco días antes de la invasión rusa. Regresó a su país solo para traer a sus dos hijos a su nuevo hogar: “Trato de ser más positiva y llevar ese optimismo a nuestro equipo, a mi familia, porque tenemos que entender que la vida es ahora y no se puede”. volver al pasado”.
La empresa donde trabaja pone en contacto a clientes y distribuidores de autopartes. Abrió en la localidad ucraniana de Odessa hace once años y en 2020 abrió una segunda oficina en España. Al comienzo de la guerra, la dirección decidió trasladar a casi 80 de sus trabajadores que llegaron hundidos por abandonar su país, aunque encontraron un enclave que tenía similitudes con su lugar de origen, como la cercanía del mar.
“Por la ayuda de la gente y por la ayuda de todos los que nos han dado, se fueron abriendo poco a poco y realmente ahora casi todos se sienten muy bien. para ellos esto es como su segundo hogar”, explica Daniel Akimov, Director de Ventas de AVTOPRO.
Más trabajadores para el pueblo
Tradicionalmente este pueblo era un lugar de inmigrantes que iban a ganarse la vida en otros pueblos y ciudades, pero la invasión rusa de Ucrania lo está convirtiendo cada vez más en un lugar acogedor.
Las empresas locales también han recibido con los brazos abiertos a los recién llegados de la antigua república soviética. El restaurante A Cepa cuenta con tres nuevas incorporaciones a su plantilla que fueron contratadas según su propietaria, María del Mar Barcia, porque “aquí había bastante falta de personal, acababan de llegar en el momento justo y para ayudarse entre ellos, así que Decidí llevarme a estas chicas”.
De los aproximadamente 4.000 habitantes actuales de Cariño, casi 100 provienen de Ucrania. Una situación que ha provocado cambios en un pueblo con una media de edad superior a los 50 años, como recuerda su alcalde, José Miguel Alonso Pumar: “Aportan frescura, aportan juventud porque la media de edad es bastante baja, aportan censo y traen la posibilidad de establecer sus negocios”.
Los ucranianos y la población indígena tienen algo más en común. El 24 de agosto es el Día de la Independencia de su país para los primeros y la festividad del patrón local, San Bartolomé, para los segundos.
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